Cuando no estás conforme con tu puesto de trabajo por las razones que sean, no es tu talento el que te impide cambiar.
Posiblemente sientas cansancio, aburrimiento, notas que no “aguantas” tanto y enseguida aparece tu mal humor. Casi siempre, el trabajo que tienes que hacer es como no terminar de subir una montaña y normalmente hablas con otros compañeros que sienten y piensan lo mismo que tu y eso te reconforta.
Quizás, tus pensamientos son:
“me van a echar” o,
“me gustaría trabajar en otro sitio pero me da miedo empezar a moverme” o,
“a pesar de que estoy buscando trabajo, no paso ni una entrevista” o,
“esto es una mierda, aquí no pinto nada, pero cobro todos los meses…” o,
“menos mal que me llevo bien con mis compañeros, porque si no…..” o,
“aquí me va a ser imposible crecer profesionalmente”.
Estoy convencida de que estas afirmaciones no son ajenas a ti. Ni a otros como tu.
Una historia real
Hace unas semanas tomé una cervecita con un colega responsable de recursos humanos. Trabaja en una fábrica productiva de aproximadamente 340 personas perteneciente a un grupo nacional. Tiene más de 15 años de antigüedad en la empresa.
Me contaba que estaba totalmente decepcionado con el sistema empresarial. Puso mucho énfasis en la falta de credibilidad que generaban los directivos de la matriz: “siempre dicen lo mismo: las personas son lo primero, contándonos unos rollos, que ya no creo”.
Explicaba con ejemplos muy concretos, la falta de coherencia entre los mensajes que la dirección enviaba continuamente a la organización y los comportamientos y formas de hacer que se viven en el día a día.
Conforme fue calentándose la conversación me hablaba de que el ambiente de trabajo se había convertido en un sálvese quien pueda. A lo que se sumaba una desconexión absoluta de la relación con sus colegas de la matriz.
Esta situación les había llevado, tanto al director de la fábrica en la él trabajaba, como al resto de las personas empleadas en ese centro, a unirse contra una causa: «las directrices y los directivos de la empresa central».
Os puede sonar muy fuerte, pero es así. Me contó una ristra de ejemplos de triquiñuelas que hacían para gestionar la fábrica camuflando costes entre distintas partidas presupuestarias, por ejemplo. O que, el abc de su día a día, es poner, como se suele decir, a caldo, a esos directivos y colegas.
Manifestaba continuamente que estaba más que harto de la situación. Cada día más enfadado y con el NO voy a hacer, continuamente en la boca. Eso sí, «la piña que estamos haciendo nos ayuda a seguir a delante», me dijo.
Vaya panorama, pensé. Y, ¿qué haces ahí?, le pregunté. Se quedó callado unos segundos y me respondió con resignación: “trabajar e irme a mi casa”.
Y, ¿no has pensado en salir de ahí?, le dije.
“Lo he pensado un montón de veces pero me da pereza y es que, ya tengo 46 años. Esta empresa al final es estable y a pesar de todo, tampoco es para tanto. Nosotros en la fábrica nos llevamos bien y nos terminamos riendo de todo y de todos”, me respondió.
Que habilidad tenemos los humanos para encontrar las mejores excusas que nos ayudan a no ser consecuentes con nuestras decisiones, ¿verdad?.
La responsabilidad como habilidad para tomar conciencia de las decisiones tomadas.
Este es un concepto del que siempre hablo en todos los talleres, formaciones que imparto y proyectos que realizo en las empresas y en esta ocasión también lo hablé con mi colega.
Si te atreves a jugar conmigo, párate 10 segundos a pensar qué es la responsabilidad para ti y piensa en un ejemplo concreto donde sientas que estas aplicándola.
¿Lo tienes?
¡Perfecto!
La responsabilidad es la capacidad y las ganas de aceptar siempre las consecuencias de las decisiones que has tomado en la vida. Por tanto, la capacidad de ser responsable con tus decisiones la puedes entrenar y te va a ayudar a vivir las situaciones de manera distinta. En realidad,
la aceptación de la RESPONSABILIDAD personal es tu punto de partida cuando decidas conseguir algo.
Mi colega, estaba en el trabajo más que harto, enfadado y agotado, pero lo que realmente le da pánico es buscar trabajo.
Lo primero que tendría que hacer es poner las ganas en aceptar la consecuencia de tu decisión.
Si se queda porque tiene miedo al cambio, tiene que ser consciente de que, o aprende a vivir en un ambiente tóxico o aprende. Si lo que decide es cambiar de trabajo, tendrá que poner los medios para afrontarlo, preparar un plan y lanzarse.
Sea cual sea la decisión su decisión final, será consciente, la aceptará y vivirá mejor.
Si te ocurre algo parecido, no deberías fustigarte tanto y piensa en aceptar la responsabilidad de tu decisión y no tanto en inventar excusas.
Y para el miedo al cambio, confía en ti y en tu Talento Distintivo.
Tu Talento Distintivo está por encima del miedo
El miedo es una emoción que en su polo más negativo, paraliza. Cuando el miedo va pasando del polo negativo al polo positivo, alerta.
Si realmente sientes que:
- puedes crecer profesionalmente dentro de tu empresa, o
- estás pensando en cambiar de trabajo, o
- quieres cambiar tu manera de conseguir ingresos, o
- te han despido y tienes que empezar de nuevo,
no tienes que quedarte estancado o estancada en la situación actual. Tienes que ser valiente.
Si escuchas tu miedo, te darás cuenta de cuales son tus alertas, y una vez conocidas, hay que buscar las soluciones dentro de ti y/o guiarte fuera.
Un cambio profesional, tanto si es por decisión propia como si no lo es, es un momento en el cual te puedes sentir “desconcertado o desconcertada” ante la nueva situación. Por eso, lo primero es necesario iniciar un período de reflexión donde poder descifrar qué quieres hacer ahora.
El tener las ideas claras es el primer paso para tener éxito en la búsqueda de un nuevo proyecto profesional.
Descubrir tu Talento Distintivo, te va a ayudar a extraer lo mejor de ti, a enamorar en el cara a cara y a sobresalir del resto. Recuerda que tu, eres único o única.
Tu primer paso para descubrir tu Talento Distintivo
Comienza por pararte a pensar en ti, que normalmente no lo haces, y sienta fenomenal.
Hace muchos años que un famoso físico y astrónomo inspiró con la base hacia el descubrimiento de Tu Talento Distintivo,
“La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo”, Galileo Galilei
Conocerse posibilita:
- nuevas alternativas de lo que es posible en tu presente y la posibilidad de crear mejores condiciones para el futuro,
- tomar conciencia de la realidad desde una perspectiva total (fortalezas, debilidades, complementariedad con otros, ….),
- permite abrirse a nuevos desafíos y oportunidades que la vida nos trae,
- crea resultados que promueven el bienestar y el de otros,
- eso sí, requiere aprender y reaprender sobre uno mismo.
Y lo mejor de todo es que es muy fácil:
Y ahora, hazte un plan para conseguir tu objetivo.
Si decides vivir el tercio de tu vida que te pasas trabajando no siendo feliz, no me llames, pero si decides ser feliz currando, estaré encantada de charlar contigo, escucharte y contarte mi experiencia.
¡Nos vemos en el camino!
Marian dice
Puy, buenísimo tu post. Eres increíble. Enhorabuena!!
Puy Monleón dice
¡¡Muchísimas gracias Marian!! Ahí voy, poco a poco, estoy en período de prácticas. 😉
Cristina dice
Pero es algo muy difícil, estamos en un país de titulitis, por lo que el cambio es realmente complicado.
Puy Monleón dice
Es difícil, si, Cristina. Es posible, también. Lo más complicado es tomar la decisión, una vez tomada, el impulso y acciones debes focalizarse en el objetivo. Definir un plan para ello ayuda muchísimo. Muchas gracias por tu comentario y si estás en ese cambio, ¡¡ánimo!!
Viví dice
Buenísimo! Qué cierto! Yo ya estoy en mitad del camino pero que empujón me acaba de dar leerlo. GRACIAS!!!!
Puy Monleón dice
Me alegro un montón de haberte insuflado energía. ¡A por el cambio! Estoy segura de que lo vas a conseguir. Un abrazo