La antigüedad detonador de compromiso
Pretender que las personas a lo largo de su vida profesional estén dispuestas y comprometidas con la empresa de la misma manera que en los primeros años es un error.
Por ejemplo.
Los empleados de una empresa industrial con una antigüedad media en producción de entre 20 y 25 años no tienen las mismas necesidades hoy, que hace 25 años.
Hay muchas personas que cuando se incorporaron:
– Estaban recién casados con hipoteca. Hacían todas las horas extras y más.
– Comenzaron a tener hijos. Hacían todas las horas extras y más.
– Los hijos fueron a la universidad. Hacía todas las horas extras y más.
– Los hijos han salido de la universidad y ya tienen su trabajo. ¡Atención! No quieren hacer horas extras.
Lo que choca a dirección es que los empleados ya no quieren de forma voluntaria hacer horas extras.
“No lo entiendo, si siempre se han hecho”, decía un gerente.
Hay que entenderlo en el contexto de cada empresa.
Entraron con 25 años. Tenían todo por crear en su vida, con un “cuerpo” que aguantaba todo.
Ahora tienen 50. El “cuerpo”, después de tantos años, está “cascadete” y han conseguido todo lo que necesitaban.
Les toca disfrutar de su vida.
No te extrañes si ante momentos complejos de producción la mayor parte de las personas no quieren hacer horas extras.
Las vida, la situación y las necesidades de las personas evolucionan.
La empresa tiene que preverlo y evolucionar.
No se puede gestionar personas igual cuando la media de antigüedad es de 5 años que de 25 años.
Cuando cuento este ejemplo real a mis clientes, se sorprenden porque nunca se han parado a analizarlo.
El síndrome de la pared amarilla.
¿No crees?
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