La aportación de valor de las personas al negocio es directamente proporcional al tipo de liderazgo que exista en la organización.
Hay muchas teorías sobre cómo tiene que comportarse un líder y cómo tiene que ser el estilo de dirección.
En nuestra investigación en empresas de diversos sectores, dónde analizamos qué comportamientos de dirección mejoraban el compromiso de las personas con los resultados, afloraron cuatro grandes estilos de liderazgo directivo:
- autoritario, genera compradores de dinero.
- dialogante, genera personas cumplidoras
- desarrollador, nos lleva a personas ambiciosas con aspiraciones
- retador, fusionadas con la empresa.
De perogrullo es decir que el liderazgo autoritario genera mucho menos compromiso que el retador.
Cuando medimos cómo es el liderazgo en las empresas habitualmente los resultados se muestran entre 2 y 3, más dialogante que desarrollador.
Los desafíos de cambio a los que enfrentan las empresas en estos momentos necesitan generar una cultura de liderazgo que como mínimo esté entre 3 y 4, desarrollador – retador.
Si se puede medir se puede mejorar.
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